Durante años, el mexicano siempre ha tenido un enemigo en común, reunidos en la colectividad, no dudamos en aprovechar la oportunidad de señalar con el dedo a aquellos que gozan de un buen sueldo, un justo horario laboral, prestaciones superiores a las de la ley y tiempo para no hacer nada cuando no sea necesario: los burócratas.
Todos hemos vivido en carne propia o de voz de nuestros seres cercanos, lo tedioso y complicado que resulta cumplir con una obligación para con el gobierno, las largas filas en la oficina fiscal para adquirir la licencia de conducir, la necesidad de llegar desde la madrugada para poder pagar el impuesto predial y ni hablar de la odisea que representa adquirir la firma electrónica del sistema de administración tributaria, alias el SAT, para así cumplir mi labor como mexicano ejemplar y ser un buen contribuyente.
Este mismo mal burocrático también se encuentra presente en nuestras vidas a la hora de ejercer nuestros derechos, la mueca de desagrado de la enfermera a la que interrumpí su desayuno en el seguro social, el tono de voz prepotente del empleado del INE para decirme a apenas a las 2:00p.m. que ya no hay turno, y que venga mañana; y una policía indiferente a nuestros problemas, entre otros ejemplos, no son nada nuevo para nadie. Pareciera ser que la burocracia busca sembrar trincheras de tramitología y copias que entorpecen el acceso a los derechos humanos más básicos como el derecho a salud, a votar y ser votado y el derecho a la seguridad.
En relación con párrafo inmediato anterior, un derecho poco ejercido por el mexicano es el derecho de petición, pues, pese a que su propósito es crear un puente de comunicación entre el ciudadano y sus gobernantes sin más requisitos que: sea hecha por escrito, de forma respetuosa y dirigida a la autoridad competente, el ciudadano promedio desiste de ejercer aquel derecho al presumir que en el camino tendrá obstáculos de tramite tediosos y a veces hasta innecesarios.
Para enfrentar este problema que nos aqueja, no basta con hacer un cambio en nuestro entorno político, sino también en el juridico y en el pensamiento crítico del mexicano, en que este último fuerce al servidor publico a cumplir con su función al margen de la simplicidad y el acceso universal.
Un ejemplo de lo anterior es aquel en el que un usuario de Twitter de nombre @amontalvoaceves, por conducto de esta red social solicitó a la diputada panista Laura Rojas copia de su trabajo (que la diputada ostento realizar de forma pública); y la empleada publica no respondió la solicitud del usuario, pese a que esta cumplió el requisito de ser por escrito, dirigido a la autoridad competente y respetuoso.
Inconforme con lo anterior, el usuario @amontalvoaceves promovió juicio de amparo indirecto en el que por sentencia de un juez federal, la diputada se vio obligada a dar respuesta al usuario que hizo ejerció el derecho de petición en una red social, trazando un nuevo y simplificado camino al acceso a la justicia.
Falta mucho para encontrar una forma fácil de acceder a nuestros derechos, pero el camino está trazado y queda en nosotros hacer uso del mismo.
Lic. Hugo I. Romero G.
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